Para saber por qué nos ocurre esto en determinados momentos, explicaremos como es el funcionamiento de nuestro cerebro.
¿Cómo se produce el secuestro emocional?
Cuando sufrimos un secuestro emocional, nos encontramos reaccionando de forma automática a estímulos tratados por el cerebro emocional.
No es que existan dos cerebros, sino que con el paso del tiempo, numerosas investigaciones han afirmado que nuestro cerebro está formado por una parte más emocional y una parte más racional o pensante (neocórtex).
Lo que ocurre es que el cerebro emocional o límbico responde con mayor velocidad, aunque generalmente sus respuestas sean más imprecisas porque no han pasado por el análisis de lo racional.
el secuestro emocional se produce en situaciones imprevisibles con reacciones imprevisibles.
¿Cómo podemos controlarlo?
Quizás la clave se encuentre en saber que antes del secuestro emocional se produce un desbordamiento emocional.
Y es éste el que tenemos que detectar y posteriormente analizar,
para no dar razones suficientes a la amígdala para que lleve a cabo su
secuestro de la parte racional, y evitemos los efectos negativos en
nuestras relaciones con los otros.
Para ello, es conveniente que descubramos los síntomas
que presentamos cuando nos agitamos, es decir, que nos detengamos a
observarnos cuando las cosas no son como esperamos, como nos gustan o
como habíamos imaginado. Descubrir si tenemos sudoración, acaloramiento,
aceleración del ritmo cardíaco.
Después de identificarlos,
hay que ponerles nombres porque así comenzamos con el proceso de
racionalización, evitando en cierto modo que se lleva a cabo la
respuesta espontánea.
Tras esto, tendremos que buscar algún mecanismo de escape de nuestra emoción, para que baje nuestra excitación y para finalizar, intentar analizar qué es lo que nos ha conducido a experimentar el secuestro emocional, preparándonos para futuras situaciones.
“Las cosas no cambian, cambiamos nosotros”
(Henry David Thoreau).
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